Nadia Comaneci, el primer 10 de la historia
Nadia Comaneci es el centro de este artículo en el que os detallamos la biografía y algunas curiosidades de esta célebre deportista que nació el 12 de noviembre de 1961 en Onești, una pequeña ciudad de Rumanía. Pero antes, permitidnos un pequeño preámbulo.
El próximo verano se celebrarán en Río de Janeiro, Brasil, los Juegos Olímpicos. Todos los grandes deportistas del panorama internacional apuran sus posibilidades para acudir a la cita olímpica y enfocan su temporada para llegar en el mejor estado de forma posible.
Como en todas las ediciones de los Juegos, los deportes más relevantes serán la natación, el atletismo y la gimnasia. Aunque haya deportes más seguidos a nivel internacional, como el fútbol, el baloncesto o el tenis, entre otros, en los Juegos los grandes dominadores serán esos tres.
Justo en Río 2016 se cumple una efeméride importante en los Juegos Olímpicos. Hace 40 años, el 18 de julio de 1976, una pequeña niña rumana de 14 años que apenas pesaba 40 kilos, Nadia Comaneci, se alzaba con la medalla de oro olímpica en Montreal obteniendo el primer 10 en la historia de la gimnasia olímpica. La puntuación sorprendió a todos, hasta el punto de que los marcadores no estaban preparados para tal calificación y anotaron un 1.0. Aquí podemos ver su ejercicio.
Nadia Comaneci, gimnasta de la Rumanía comunista, debutaba en unos Juegos Olímpicos y sorprendió a propios y extraños con su ejercicio sobre barras asimétricas con movimientos rápidos, agiles, precisos y equilibrados. Destacaba sobre manera la fuerza con la que Nadia era capaz de alzarse sobre las barras, fuerza inusitada para una niña de su edad y su forma de sobreponerse a la presión de participar por primera vez en unos Juegos Olímpicos.
Ese ejercicio sobre barras asimétricas no sería el último en el que Nadia obtendría un 10. Durante los Juegos consiguió un total de siete dieces y tres medallas de oro: individual, barras asimétricas y barra de equilibrio. Además consiguió una medalla de plata y otra de bronce y se convirtió en la estrella indiscutible de esos Juegos y ya para siempre en una leyenda de las citas olímpicas.
La hazaña de Nadia Comaneci quedará para siempre en el recuerdo por mucho más que por el hecho de obtener un 10. Había habido ya en la historia de la gimnasia decenas de deportistas con méritos suficientes para tener calificaciones sobresalientes, pero Nadia Comaneci, con su plasticidad, su fuerza y su dominio de los aparatos, hizo claudicar a los jueces en el Forum de Montreal. Hasta entonces, los jueces acostumbraban a ser un poco rácanos y dejaban su puntuación en 9.60 ó 9.85. El 10 de Nadia Comaneci era lo más cercano que se había estado hasta entonces de la perfección. Los jueces, en parte, se tragaron su orgullo. La reacción del público al conocer el 10 de la gimnasta rumana fue de sorpresa y celebración.
En aquella época, con la Guerra Fría en su máxima expresión, los logros de Nadia Comaneci fueron utilizados políticamente por el régimen comunista de Ceaucescu. El presidente rumano encontró un arma perfecta para vender su idea de sociedad totalmente opuesta a los Estados Unidos, pero también en parte recelosa de Moscú y la URSS.
Tras los Juegos de Montreal, la vida de Nadia Comaneci cambió radicalmente. En Occidente, todo el mundo se enamoró de esa niña dulce, con una fuerza increíble capaz de sobreponerse a las mejores gimnastas del mundo. Todas las niñas querían ser como ella. En Rumanía, sólo era una atleta, la única estrella en el país comunista era Ceaucescu.
Cuando fueron pasando los años, el cuerpo de Nadia Comaneci creció, ya no era esa niña dulce que cautivaba a todos, ahora era una gimnasta madura con un cuerpo de mujer, más embrutecido, y eso le pasó factura en Occidente. Perdió parte del cariño que había conseguido en Montreal. En los Juegos Olímpicos de Mocú, en 1980, volvió a obtener meritorios resultados: dos medallas de oro (barra de equilibrio y suelo) y dos medallas de plata (por equipos y en categoría individual). En cualquier caso, esa cita olímpica quedó marcada más por el boicot de EEUU y otras potencias occidentales (sólo 80 países participaron en los Juegos y muchos lo hicieron bajo la bandera olímpica), aunque se batieron más récords que en pasadas ediciones.
Nadia Comaneci seguiría compitiendo hasta el año 1981. Su última gran cita fue el Campeonato Mundial Universitario que se celebró ese año en Bucarest. Allí consiguió cinco medallas de oro, aunque algunos siguen poniendo en duda esas medallas, pues la mitad de los jueces eran rumanos. Desde el año 1975 hasta el año 1981, Comaneci ganó al menos una medalla de oro en un gran campeonato, obtuvo 16 medallas de oro, 6 medallas de plata y 3 medallas de bronce entre Juegos Olímpicos, campeonatos del mundo y campeonatos de Europa.
Nadia Comaneci y su vinculación con el deporte
Tras dejar la competición, Nadia Comaneci pasó por la Federación Rumana de Gimnasia unos años. Posteriormente se fugó a los Estados Unidos. El control que ejercía sobre ella el presidente Ceaucescu obligó a la gimnasta a cambiar de residencia. En los Estados Unidos, Nadia Comaneci formó a varios equipos de gimnasia y realizó promociones de lencería, equipamiento de aerobic y vestidos de novia.
En 1996 volvió a Rumanía y se casó en su país natal con el gimnasta norteamericano Bart Conner, con el que se había comprometido dos años antes en los Estados Unidos. Su vida desde entonces ha seguido ligada al deporte. En varias ediciones de los Juegos Olímpicos ha sido comentarista deportiva, posee una productora dedicada a las retransmisiones deportivas y es cargo honorífico de varias instituciones deportivas, como la Federación Rumana de Gimnasia, el Comité Olímpico Rumano o la Federación Internacional de Gimnasia.
Nadia Comaneci, para muchos, es la mejor gimnasta de la historia.
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